Título: Smoking room.
Parte 1. Prefiero “¡el sexo a la comida!”.
- ¿Me estás escuchando? –Cris llamaba así la atención de Nuria,
su novia.
Nuria había llegado agotada del trabajo y cenaba
relajadamente, en el sofá, mientras veía absorta su canal favorito de
televisión y le estaba haciendo poco caso a su novia Cris. Le encantaba ver ese
programa de citas, que emitían a esa hora. Esa tontería de programa, como ella
solía denominarlo, relajaba su mente de la misma forma que lo haría un mantra
hipnótico o la evadía como lo hacía el contemplar, embobada, un escaparate de
bollería fina. Además, tenía curiosidad por ver a las participantes de ese día,
ya que para las citas a ciegas también solían invitar a parejas de mujeres, que
se conocían en ese mismo momento, en una cena y si había suerte en el amor y se
gustaban, “lo que surgiera”, era cosa de ellas…
Su novia Cris, sin embargo, desde que había conocido a un
montón de chicas en un Chat de Actividades Culturales LBT, estaba inmersa en la
lectura de una multitud de artículos sobre sexualidad femenina, vida en pareja,
feminismo etc.… y no paraba de expresarle sus sentimientos comentando esos
artículos e interrumpiendo su relax.
-Te estaba diciendo… -reanudaba así Cris su discurso hacia
Nuria-, que cuando mi mente no alberga ya estímulos de ti…, mi cuerpo se
bloquea, no puedo ni masturbarme… -Insinuaba a su novia este tema sexual tan importante para ella.
-Cariñoooo… ¿Es necesario que me confieses estas cosas ahora?
¿Podemos hablar en otro momento? – Nuria abochornada se quejaba e intentaba
convencer a su novia para que vieran juntas el programa de la tele y así no
hablar de esas cuestiones íntimas que la incomodaban.
- ¡Qué fuerte! –exclamó de repente Cris, imbuida en sus
ideas, sin hacer caso a la propuesta de Nuria-. Soy una mujer
totalmente viciada a ti… ¿No te das cuenta Nuri? No sé cómo explicarlo…, pero
aparte de todo lo que significas para mí emocionalmente, mi sexo sólo te
reconoce a ti... ¡Te juro que es verdad! -gritaba con efusión esa realidad sexual-. A tu lado siempre me tiembla el clit**** ¡ejem! …
–carraspeaba modosita, pero sonreía de manera picara acompañándolo todo de una caida de párpados muy sexy-. Creo que si fuera tío iría todo el día
"emocionado" a tu lado… ¿You know? Ja, ja, ja, ja. -Soltó una
carcajada nerviosa por la barbaridad que acababa de decir en voz alta.
- ¡Cris! No sigas… ¡Qué bochorno! – Nuria alzó la voz regañando a su novia y
se sonrojó inmediatamente-. De verdad
cielito, este no es el mejor momento…
Estoy agotada, ha sido un día muy duro y…
-Es lo que siento por ti Nuriii… -interrumpió una vez más a
su novia-. ¿Qué hay de malo en decirlo? –Cris, enrabietada, cuestionaba la
formalidad de su chica, una vez más, y estaba dispuesta a exponerle, llena de
convicción, su necesidad sexual-. Muchas
veces me sorprendo estando sentada a tu lado, ya sea en el coche, en la mesa,
en el sofá…. contrayendo la vagina del "dolorcito"
que me provoca tu presencia. Ahora mismo…, simplemente pensarlo, la sensación
de calor que me brota es… ¡Uhhh! ¡Uffff! -Cris se estremecía morbosa en la otra
punta del sofá mientras hablaba-. Por eso, tú..., tú..., tú eres la única que me pone, la
única que me provoca con sólo mirarme o hablarme... –su voz se tornó sensual, casi musitando la
letra de una balada romántica.
Nuria dejó el sándwich, que estaba devorando, sobre la
bandeja, para contemplar cómo su chica se acercaba a ella, deslizándose
sensualmente desde el otro lado del sofá. No pudo evitar acariciarle el rostro
nada más la tuvo enfrente y, con el mismo gesto, la atrajo hacia ella y le dio
un largo y húmedo beso, pasando la puntita de la lengua, suavemente, por el
contorno de su boca. Saboreaba lentamente los labios de Cris, esos carnosos
labios de su novia que no paraban de parlotear y que no le dejaban ver,
tranquilamente, su programa favorito de citas.
-Amor… -dijo Nuria susurrando con la boca todavía
entreabierta-, sabes que te deseo y que me encanta escucharte, pero... ¿me
dejas cenar?, por favor… -pidió suplicante recuperando, al instante, la
compostura frente al televisor.
-¡Pssssss! -refunfuñó Cris molesta-. Buenooo…, valeeee…,
aunque yo prefiero “¡el sexo a la comida!”,
te dejo cenar en paz… ¡Tú misma! –Apuntilló finalmente Cris, dando el tema por
zanjado.
Ambas se quedaron acurrucadas en el sofá viendo el programa
de citas, hasta que cayeron en el sopor perfecto para irse a dormir.
Al día siguiente, a primera hora de la mañana, Nuria recibió
un WhatsApp de Cris:
“No desayunes. No
bebas. No comas. Calle Sierpes 65 bajo. Yo tendré mi comida y la tuya; no la
tocarás. Tenemos una cita, allí te espero”.
Parte 2. La cita.
Nuria no daba crédito al mensaje de Whastapp. ¿Qué era lo que
le pedía? Era su día libre y se encontraba remoloneando todavía en la cama.
Dejó resbalar el móvil de la mano hasta que quedó abandonado a su lado, junto a
ella, en la almohada. El silencio de las palabras lo sustituyó la leve luz del
teléfono que miraba de reojo con la esperanza que, al extinguirse, el mensaje
de Cris; abandonase su cabeza. Sin
embargo, el deseo se embarcó en la corriente sanguínea hasta que llegó al
vientre. Envolvió el estómago de estupor y la excitación acució a su sexo a
contraerse entre sus manos.
¿De qué va esto? ¿Qué te propones?, se preguntaba Nuria
mientras se llevaba las manos a la cara. La respuesta le llegó, de pronto, con
una inhalación profunda de su propio olor a sexo, que le impregnó de intriga y
de cierta picardía que luchaba por abrirse paso en la monotonía en la que se
había convertido su vida.
“Ok. Acudiré a la cita
“envió la respuesta, por Whatsapp, a Cris.
Nuria caminaba hacia la dirección que le había indicado Cris.
Desde que le mandó el mensaje no tenía ninguna respuesta por parte de ella. No
le importaba, la conoció así. Una mujer sin zapatos, pero con medias de seda.
Recordaba cómo le sorprendió la primera vez que se vieron, en
aquella cita a ciegas, gracias a una app de contactos. Quedaron en un bar, a
las seis de la tarde, una hora prudente por sí tenía que dar una excusa banal y
desaparecer. Llevaba varias decepciones y ya no podría soportar ni una
más. Y llegó. Cris llegó…
Nada, ni el vestido de satén negro entallado en sus curvas,
como la piel de una pantera, ni sus pechos sobresaliendo del escote, como un
corazón aprisionado en una palabra de honor, ni la verborrea febril, ni su
mirada almendrada, como el lado oscuro de la luna; pudo con aquella boca. Desde
el primer momento, deseó besarla. Apenas conseguía escucharla sin bajar la
mirada de sus ojos a los labios. Y Cris se dio cuenta.
Nuria se relamió al recordar que, media hora después de
conocer a aquella mujer, su cabeza ya estaba entre las piernas de Cris,
saboreando, hasta el más minúsculo gemido de ella. No le importó estar en un
baño público semidesnuda, mareada de placer. El tiempo se detuvo con el primer
beso y volvió a latir con el temblor del orgasmo de Cris en su boca.
Miró de nuevo el móvil.
Ya estoy cerca, pensó. Un par de calles más y llegaría a la C/ Sierpes.
- Pero ¿dónde estoy…?
– susurró entre dientes-. Aquí no hay nada salvo un edificio en medio de
una urbanización a medio construir o medio abandonada, como nuestra relación…
-dijo en voz alta mientras agachaba la cabeza apesadumbrada.
Al llegar al portón, se lo encontró cerrado. No había timbre,
ni picaporte. Así que, no le quedó más remedio que llamar a la puerta con el
puño. Primero suave. Unos segundos. Luego ya más intensamente. No obtuvo
contestación. Pegó la oreja a la puerta y no escuchaba nada. Ni pasos, ni
voces. Nuria apoyó la frente en la
portezuela y deseó huir. Otra vez había caído en alguna burla de Cris. Cuando
de repente una nota se deslizó, por debajo de la puerta, hasta sus pies.
Da la vuelta al edificio, decía la nota y ella obedeció.
Dio la vuelta y se encontró, de bruces, delante de una
pelirroja de ojos verdes, vestida con un frac de seda transparente, que le
ofrecía cuatro sobres, dispuestos en una bandeja de plata, con una inmensa
sonrisa.
Entrante, primer plato, segundo
plato, postre, era lo que estaba escrito en cada sobre. Nuria se excitó. Se
ruborizó. Cris de nuevo la había sorprendido.
-Hola Nuria… –dijo sorpresivamente la mujer que no apartaba
la mirada de ella –, tienes que elegir un sobre.
“Se trata de una cena, así que comenzaré por el principio”,
Nuria decidía esto mentalmente. No podía apartar la mirada de la bandeja que la
pelirroja sostenía, muy cercana a sus generosos pechos, y dijo finalmente:
-Elijo Entrante.
Parte 3. EL ENTRANTE.
La pelirroja le ofreció el sobre y no le permitió abrirlo. En
cambio, con una caricia suave en el hombro, le indicó que la acompañase.
Ya dentro del edificio, bajaron por unas escaleras hasta una
habitación completamente a oscuras y detrás de ella la puerta se cerró. De repente, notó una suave caricia en el
rostro que la sobresaltó, unas risas furtivas. Había alguien más con ella.
Primero pensó en Cris, pero la conocía para saber que aquellas risas ahogadas
no eran de Cris. - ¡Ya…! -dijo inquieta-, necesito verte.
Nada más decirlo un foco iluminó una mesa redonda. Dos copas,
dos platos, sendos cubiertos. Y a Cris que la esperaba sentada. Más hermosa que
nunca, pensó Nuria. Cris resplandecía entre dos mujeres, una la pelirroja, otra
una morena completamente desnuda, de ojos rasgados, pechos y sexo pequeño, que
a su espalda esperaban para comenzar el servicio.
Cris con un movimiento suave y sin decir ni una sola palabra
ofreció asiento a Nuria que nuevamente obedeció.
- ¿Qué es esto Cris? –preguntó Nuria y siguió –. No lo entiendo, siempre me descolocas, ¿no
podríamos tener una vida un poco más normal?
- ¿Para qué? –respondió Cris.
-Para vivir de una manera más tranquila. -declaró Nuria.
- ¿Y morir de aburrimiento? ¡No! Te quiero… –musitó Cris y
añadió-, recuérdame… Mi placer. El tuyo. ¡Abre el sobre Nuria! –ordenó.
De nuevo hizo lo que le pedía Cris.
Dentro del sobre había dos cartas. En una ponía su nombre y
en la otra el de Cris. Le pasó la suya y leyó la que le correspondía. Nada. Era
lo único que había escrito. Sin embargo, en la de Cris había algo anotado: Desnudez
en las caricias.
Y eso fue lo que Cris pidió a las dos mujeres que estaban
detrás de ella.
Al instante las dos mujeres comenzaron a acariciarla. Una
bajaba su mano suavemente por los pechos, desabrochando despacio la blusa de
gasa rojo brillante, a la vez que introducía sus manos entre la tela y la piel
suave del escote, para abrirla y descubrir la turgencia de unos pezones
excitados, duros.
La mujer de ojos rasgados presionaba su rostro contra el sexo
de Cris, mientras su aliento conseguía hacerle vibrar el vientre, el cual se
movía ondulante hacia la boca de la mujer una y otra vez. Poco a poco, con un
sigilo extremadamente sensual, le quitaba los ajustados pantalones de cuero,
marcando las piernas de Cris con las manos.
La pelirroja posó sus palmas abiertas en los pezones, libres
ya de toda atadura. Y comenzó un movimiento circular, para luego introducirlos
entre los dedos y apretar, mientras, con sus manos acogían todo el pecho. Cris
exhaló un gemido placentero.
Las dos la besaban. Una subía, la otra bajaba, lamiendo todo
su cuerpo. La morena dejaba arrastrar el labio inferior de la boca por la piel
de Cris, la cual tenía el vello de todo su cuerpo en carne viva. Se juntaron
sus rostros en la braguita de encaje, se la quitaron con la boca y aspiraron
profundamente el placer de Cris. Dejándola completamente desnuda, terminaron el
entrante.
Nuria, comensal de esta atípica cena, hipnotizada y sin mover
un solo músculo, mantuvo la mirada fija en ellas durante todo el servicio.
Parte 4. EL PRIMER PLATO.
Esta vez la encargada de portar la bandeja de plata, con los
sobres, fue la chica asiática.
Cris, que respiraba todavía excitada, permanecía desnuda y
sentada frente a su novia.
Nuria que siempre tuvo una mente muy estructurada ya decidió,
desde el principio, ir por orden, de plato en plato, en esa ruleta de cena
sexual que le había preparado su novia. Cris, a su vez, presintió este
comportamiento en Nuria, conociéndola tan bien como la conocía después de estos
tres años de convivencia que llevaban juntas.
-Elijo el Primer Plato –dijo Nuria en alto, con voz
ceremonial, mostrando el sobre escogido a todas las presentes. La peculiar
camarera se retiraba hasta desaparecer entre unos cortinajes del fondo.
Cris estaba palpitante, pero no por el magreo al que las
chicas habían sometido su cuerpo y sus partes erógenas. Se encontraba así por
el morbo de la presencia de su novia. Desde el primer momento, Nuria descolocó
el gusto estereotipado por las mujeres de Cris. Esa chica de talante serio,
paciente y formal. Su forma de vestir elegante, sin florituras, y su voz grave.
Todo eso era Nuria y sus peculiaridades, y le conferían altos niveles de “pornosidad” que los sentidos sexuales
de Cris descubrieron inmediatamente. Su novia le excitaba, le ponía cachonda…,
como nunca una mujer había conseguido hacerle vibrar. Como lo estaba haciendo,
en esa precisa situación, fuera de toda norma, actuando así de inalterable.
Nuria seguía mirándola fijamente, ahí sentada, con la camisa vaquera tres
botones desabrochados, impertérrita, con los ojos caramelo clavados en ella,
detrás de esas gafas de pasta color azul eléctrico y con ese pelo corto,
moreno, de nuca despejada, pero con flequillo liso y escalonado que caía por la
mitad de su rostro.
Un ruido de platos rompía este ensimismamiento.
Nuria miraba, por primera vez, a su alrededor. Divanes,
alfombras y cortinajes de terciopelo rojo, focos y cámaras. La imagen, de las
chicas que tocaban a su novia, empezaba a cobrar sentido. La pelirroja debía
ser “la irlandesa”, y la chica desnuda, sin vello corporal y de pubis similar a
un chicle de fresa, “la china”.
- Este es el set de rodaje de tu próxima película, ¿verdad?
–preguntaba Nuria asintiendo con la cabeza.
-Sí, es el escenario de “Smoking room”. –contestó Cris con
esa voz de niña que ponía cuando tramaba algo.
- ¡Qué peligro tienes nena! –soltó Nuria con un tono chulesco
que usaba, por primera vez, en mucho tiempo.
- ¡Y tú qué polvo! –Dijo Cris directa a descolocar el punto
de equilibrio de su novia-. Abre el siguiente sobre y lee lo que pone…
Parte 5. Comida o sexo.
Nuria abrió el sobre y leyó: –“Afrodisíaco sugerente”-. Se quitó las gafas parsimoniosamente y
las puso encima de un taburete.
- ¿Prefieres un plato de comida o prefieres sexo? –Cris le
hizo la pregunta clave y entreabrió las piernas mostrando su pubis desnudo.
- Confío en ti… -Dijo
Nuria a la vez que se desabrochaba la camisa del todo, tomándose su tiempo en
cada botón. Se podía adivinar su sostén por la abertura.
Cris, como la encargada de hacer que aquel lugar, el set de
Smoking room, cobrara vida, chasqueó los dedos. Las chicas hicieron acto de
presencia con un carrito de servicio. Destaparon el plato que hacía compañía a
un Dry Martini con aceitunas, y era… sabrosas almejas humeantes. Ambas se
observaron atentas, pero ninguna tomó la iniciativa. Las chicas abandonaron la
sala de nuevo, dejándolas a solas.
- Lo sé… -rompió el silencio Nuria-. Sé que sólo “lo sientes” conmigo Cris -afirmó con
ese característico tono grave de voz que se asemeja al sonido de un gong
tibetano-. He visto tu mirada mientras ellas te tocaban… Mordías tu labio
inferior, como cuando te descubro espiándome por las mañanas en el baño, y te
estabas clavando las uñas, en el muslo, igual que lo haces cuando me pellizcas
las nalgas al embestir, con mi muslo, tu resbaladizo sexo, cuando hacemos el
amor. Cariño…, soy culpable de algo, de desearte y de no hacerte el amor…
-confesó soltándolo todo de manera visceral.
- ¿No estás celosa? -preguntaba seguidamente Cris y tragaba
saliva alterada por el momento, de alta tensión sexual, al que le estaba
conduciendo ahora su novia Nuria.
- Desde que me contaste a qué te dedicabas, aquella tarde
después de tener sexo oral, en aquel baño público del bar donde nos conocimos,
en ningún momento he sentido celos, pero quizá todo esto… -Nuria no pudo
continuar hablando, presa de un nudo emocional en la garganta.
Cris prefería usar la terapia de la provocación a tener una
discusión con su novia en aquel momento. Sabía perfectamente que era lo que
hacía enmudecer a su chica seria y formal, y prefería solucionarlo de otra
manera.
A su vez, la chica seria y formal, se dio cuenta que las
compañeras de su novia espiaban entre las cortinas del set de rodaje. Pero, sin
importarle esto, Nuria se puso en pie y de un único manotazo, arrojó el plato y
el Martini al suelo, retumbando, por todo el escenario, el sonido del cristal
rompiéndose contra el suelo. Se acercó a Cris y la volteó con facilidad al ser
mucho más alta y fornida, poniéndole el culo contra la mesa y, levantándola de
un impulso la subió a horcajadas en su cintura. Se besaron apasionadamente,
acariciándose las cabezas y ensartando sus dedos entre los cabellos.
La
depositó encima de la amplia mesa. Cris aprovechó para despojar a su novia de
la camisa vaquera que ya llevaba desabrochada, descubriéndole, de un tirón, sus
hombros y sus brazos definidos. Le mordió el antebrazo y Nuria dio un respingo.
Como venganza, atrapó las muñecas de Cris y subió sus brazos por encima de su
cabeza, inmovilizándola. Echó su cuerpo sobre el de ella, abriendo los muslos
de Cris y colocándose en medio. Lamió su escote, hasta atrapar un pezón con la
boca, succionándolo. Deslizó la mano por sus curvas y la coló por su vientre hasta el pubis,
cruzó la barrera y hundió los dedos en una vulva húmeda, ardiente y receptiva. Jugueteó
con el sexo de Cris, deleitándose en cada pliegue interno. La penetró con un
dedo de manera certera, después dos.
- ¡Ahhhh! ¡Qué me haces! –Cris gimió estas palabras e instintivamente
la buscó con las caderas, arqueando la espalda.
Nuria comenzó a estimular a su novia su zona erógena interna, con los dedos en forma de gancho, hasta localizar ese pequeño desnivel rugoso, que atrayéndolo hacia la entrada de la vagina, con roces y caricias, conseguían electrizar a Cris hasta el grito seco. Se lo estuvo haciendo durante un buen rato. Redondeaba con la yema
del dedo pulgar a su vez, por fuera, su punto de placer externo, que respondía abultándose. Casi la llevó al límite, pero decidió descender con su boca, sedienta de pasión, por el cuerpo palpitante de
su chica completamente entregada a ella y encaró esa emanación de calor con
disposición amatoria. Metió la lengua desde abajo, surcando por dónde la
excitación era un puro río de lava candente, hasta arriba, de un sólo lametón contra su clítoris, sin sacar los dedos que la penetraban. Cris se estremeció y
el latigazo interno hizo cerrar sus muslos, bruscamente, contra la cabeza de su chica. No
dejó de estimularla con la lengua, con rotaciones intensas y succiones
enloquecidas, hasta que los jadeos fueron gemidos sonoros que ponían de
manifiesto las contracciones previas al estallido final. Nuria siguió hasta que
Cris alcanzó el orgasmo y entonces, una vez logrado, ralentizó el ritmo hasta parar, notándose
ella misma tremendamente excitada y fatigada. Llenó de besos el cuerpo, aún espasmódico, de su rubia sexy, hasta alcanzar sus labios y su boca seca de exhalar bocanadas de éxtasis.
Abrazadas en silencio, sobre la mesa de aquel escenario,
pasaron unos minutos hasta que se intuyó como las cortinas nuevamente se
abrían…
Parte 6. SEGUNDO PLATO.
Tampoco este momento lo respetó Cris.
Sus secuaces abordaron a Nuria para la elección del nuevo
sobre. No le permitieron disfrutar de las últimas convulsiones de la vulva de
Cris entre sus manos, las que ella había provocado una vez más.
De nuevo la pelirroja y la bandeja: - ¿Segundo plato o
postre? -preguntó impertinente.
Estaba clara la opción. Segundo plato, pensó Nuria, incapaz
una vez más de alterar un orden.
Nuria, sistemática, previsible, callada, displicente, siempre
preocupada más por el contenido que por el continente, pendiente de las formas,
pendiente de su higiene, de su flequillo escalado, de su corte a lo “garçon”.
Pendiente
de estar pendiente. Pautada, ordenada, estructurada. Valorada en su trabajo, el
que tanto celebró tras conseguir su grado de biblioteconomía y documentación.
Allí, en su laboratorio de sueños callados, de historias inventadas, donde
tantas veces intentó adivinar la suya y viendo que no lo conseguía , decidió
apuntarse a una app de contactos de
chicas y tras varios intentos fallidos , se citó en aquel bar, a las seis de
aquella tarde , donde quedó impregnada del descaro de aquella hembra,
provocativa, capaz de volver loco a medio mundo en el que ella se incluía y de
doblegar las miradas de camareros aparentemente amanerados, que seguro
erguirían sus vergas al terminar la noche, pensando en los pechos y cintura de
aquella diosa mal hablada y creída.
Cris, la artista, su artista privada desde aquel día.
Nunca podría imaginar Nuria que lo que más le atraía, lo que
más le encendía, que lo que más conseguía humedecer la parte de su cuerpo más
desconocida y prohibida, sería también, desde aquella tarde, la vela que haría
zozobrar su ordenado universo. Educada en un mundo cerrado y hermético,
religioso y marcial, castrador de princesas de cuentos, aquella tarde, en los
aseos de ese bar, Nuria abrió las ventanas, armarios y puertas de sus sentidos
y se consagró a descubrir su cuerpo a través del de Cris.
Salió de su ensimismamiento y dijo en voz alta: -Segundo
plato.
La pelirroja de ojos verdes extendió el sobre hacia su mano.
Nuria lo abrió. Una vez más pudo comprobar cómo le gustaba a Cris jugar con
ella. “¡Qué perra!”, pensó.
Cris sabía cómo nadie dónde estaba el resorte para
transportar a Nuria al mundo de la vergüenza, del bochorno, porque aún le
costaba digerir que el demonio de cuernos y rabo feo de sus recuerdos, en el
presente se llamase sexo, le gustase y en alguna fantasía, incluso, aún con
rabo y cuernos.
Dando nombre y forma a lo evidente, Cris conseguía que algo
chabacano en otro contexto, se convirtiese en la clave erótica para que su
vagina emanase una catarata candente, que en algún caso se impregnaba en la
sábana y Nuria se encargaba de echar a lavar rápidamente, sabiendo que la
lavadora fagocitaba demonios imprudentes.
Cris, conociendo el contenido de aquel sobre, exclamó: -
¡Léelo!
-Ya sabes lo que dice, tú inventaste todo esto. -contestó
Nuria con sonrisa nerviosa y socarrona.
-Para eso lo hice, para oírtelo decir primero y disfrutarlo
después.
Nuria, displicente y sumisa, comenzó a mover todos los labios
que poseía en su grandioso cuerpo y curiosamente, los nervios y la excitación
le provocaron sequedad en la boca y humedad en el resto. Con su voz grave,
mirando fijamente a los ojos de su conflicto, declamó: - “Longaniza fresca”.
La pelirroja y la asiática, escondidas tras las cortinas, en
bambalinas, estallaron en una risa tan incontrolada como fugaz y repitieron
entre dientes, “Longaniza fresca”. Se miraron y se desprendieron de al menos
dos capas de epidermis durante un rato, ajenas y desinteresadas de lo que iba a
suceder al otro lado del telón.
Y Nuria se lo repitió a sí misma, bajito, mezclado con su
recuerdo, el recuerdo de la tercera vez que quedó con Cris. Aquel día, Nuria
verbalizó que nunca podría haberse imaginado que dos mujeres pudieran darse
placer de esa manera tan salvaje y completa. Cris, bisexual, provocadora,
arrogante y amiga de producir bochorno ajeno, en esa cita apareció con una
longaniza del mercado, longaniza fresca, maleable, sonrosada. Cuando Nuria ya
pensaba que aquel instrumento de charcutería, necesariamente, iba a formar
parte de su tercer logro lésbico, Cris rio grotesca y provocadoramente, tiró la
longaniza como si de un brindis ruso se tratase y se apoderó del cuerpo de
Nuria como nadie nunca lo había hecho, cosa fácil dado que Nuria contaba con un
currículum sexual casi inexistente y, como poca gente lo haría posteriormente,
dado el cariz y contundencia de aquel encuentro.
Este era el recuerdo perpetuo que guardaban ambas.
Hoy, en este edificio aprendiz de teatro de tres al cuarto y
en este instante, Cris, rompiendo el frágil cristal de ensimismamiento que
envolvía a Nuria, le preguntó “¿te acuerdas? “y ella contestó, “sabes que nunca
lo olvidaré”.
De inmediato, Cris, la rubia blancuzca y menuda, de fácil
contorsión, se abalanzó dulcemente sobre el grandioso cuerpo de Nuria con un
pecho contundente cubierto con un sujetador blanco, reluciente y adornado con
puntillas que, con cada lametazo, Cris procuraba desprender.
Nada fue igual y nada diferente. La deseó.
La comió y esta vez casi la amó.
Y perpetuaron una vez más, que no eran muy corrientes.
La asiática, apestando a ese sexo al que sólo se apesta
cuando te has comido lo mejor y siguiendo instrucciones de guion, interrumpió
nuevamente la escena y ofreció una bandeja donde sólo quedaba un sobre que
decía…
Parte 7. POSTRE.
Nuria, miró a Cris de nuevo, sabiendo que antes de descubrir
lo que contenía el sobre, Cris estaría atenta a su reacción, pensando en ver la
cara de ella al leer el contenido.
Sus deseos eran de terminar esa cena con un buen postre,
habiendo degustado los manjares que Cris le ofreció. Esta vez le daría la
vuelta a la situación y sería ella quien orquestara el postre para sorpresa de
Cris.
Cris, de nuevo sentada en frente de Nuria, separadas por una
mesa que emanaba lujuria y pasión, se dirigió a Nuria y le dijo: - ¡Espera!, no
abras el sobre todavía.
Conocía muy bien a Nuria y sabía que esa mirada,
mientras mantenía el sobre entre sus manos, era de desear empoderarse y dar la
vuelta a la situación con la que ella le había sorprendido.
Nuria, sonrió, con esa sonrisa de chica juguetona que desea
hacer algo prohibido. Puso gesto de pensar por un momento.
- ¿Estás segura? -dijo Nuria.
-Sí -contestó Cris.
- ¿Qué propones? -preguntó Nuria.
-Te propongo que el postre lo elijas tú -dijo Cris.
En unos instantes Nuria empezó a vislumbrar cosas retorcidas
sexualmente, cosas que no había experimentado jamás y que pasaban por su mente
después de tan copioso menú de deseo, sexo y lujuria.
Empezó a imaginar muchas cosas y pensó, “¿por qué no
disfrutar, todas las asistentes, de tan grata cena y cocinar un sabroso postre
como broche final al suculento menú?”.
Nuria, después de esos instantes de reflexión, mostró una
sonrisa pícara, pero angelical que a Cris le volvía loca y dijo: - “Fresas,
lichis, naranjas y plátano con nata”.
Cris soltó una carcajada, ¡ja,ja,ja,ja!
Nuria la miro cabreada.
- ¿De qué te ríes?
-Amor… -dijo Cris-, sabía que terminarías pidiendo plátano
algún día.
Cris dio dos palmadas y de nuevo aparecieron sus dos partenaires,
primero hizo su aparición en escena la irlandesa pelirroja, luciendo un
precioso babydoll rosado que realzaba su busto, muy femenino, mostrando la
auténtica gatita en celo que era, con una bandeja en sus manos, portando un arnés
y dildo rosa. Un paso por detrás de ella, la china, esta vez vestida con un
traje de cuero que realzaba sus curvas, recordando a una Cat Woman oriental y
armada con un miembro negro brillante de dimensiones muy usables.
Cris se acercó a Nuria, frente a frente, y de pie las dos,
aproximaron sus cabezas y empezaron a besarse, primero suavemente,
acariciándose los labios, jugando con sus lenguas, poco a poco incrementaron el
deseo y empezaron a besarse apasionadamente. Mientras, la pelirroja y la china,
esperaban justo detrás de ellas ofreciendo la bandeja y posando en sendas
posturas sexys, contemplando el espectáculo de lujuria entre las dos novias.
De repente, Cris paró de besar a Nuria, se aproximó al oído
de ella y le susurró: -Cariño…, es hora de compartir este postre tal y como tú lo
pediste.
Nuria asintió con la cabeza y cogió de la mano a Cris. Las
dos se volvieron para contemplar la belleza y sensualidad de la pelirroja y la
china.
Nuria nunca pudo imaginar que el set de las películas porno
de las que su novia era productora podía ser el lugar de su primera orgía con
varias mujeres. Muchas han sido las veces que Cris ofreció a su novia ver las películas
que no sólo creaba, sino que también, a veces, protagonizaba junto a actrices que
ya, según palabras de Cris, eran como de la familia. Pero eso, provocaba recelo
en Nuria, y aunque siempre lo aceptó no quería saber, prefería estar al margen
de ese mundo. Ahora ella también iba a ser protagonista junto a Cris.
-Elige tu postre amor-dijo Cris.
-Empezaré con la gata negra, plátano con nata -dijo Nuria.
Nuria soltó la mano de Cris, la miró con complicidad y se
dirigió hacia la china. Posó sus manos en la cintura de ella y se aproximó
hasta que sus pechos empezaron a rozarse, sus pezones a endurecerse, mientras
la excitación entre ambas elevaba la lujuria que envolvía la noche. Nuria
empezó a besar a la china, mientras la oriental jugaba con su lengua con una maestría
y delicadeza que Nuria no conocía.
Mientras que Nuria y la china se encaminaban a algo que
parecía desembocaría en algo muy intenso, Cris permanecía sentada, admirando la
escena junto a la pelirroja que permanecía de pie, con la bandeja en sus manos.
Cris viendo que Nuria se embarcaba en algo que parecía no tener fin, le dijo a
la pelirroja, ponte el arnés y espera instrucciones.
Nuria se encontraba recorriendo el cuello de la china con su
lengua, bajando poco a poco hacia los pequeños, pero preciosos pechos de la
oriental Cat Woman.
La lengua de Nuria empezó a recorrer los duros pezones de la
china, arrancando gemidos suaves que a Nuria le empezaron a volver loca, porque
jamás sintió a una chica oriental gemir a escasos centímetros de ella y el tono
agudo y la sensualidad de esos gemidos lujuriosos le estaba excitando
sobremanera.
Mientras la china disfrutaba de la lengua de Nuria en sus
pechos, Nuria alargaba su mano hacia la mesa, sin dejar de lamer en ningún
momento a la china, pues los gemidos de esta, le atrapaban. En la mesa, un bol
de nata montada se ofrecía para endulzar el postre. Nuria cogió una pequeña
cantidad de nata y embadurnó el miembro negro brillante que enfundaba el arnés
que portaba la china, empezando desde la punta hasta la base del mismo. Poco a
poco, fue bajando hacia el arnés no sin antes deleitarse lamiendo el vientre de
la china, besando y acariciando sutilmente con su lengua. Sin dejar de poder
negarse al placer de los gemidos de la china, fue bajando más abajo hasta ponerse
de rodillas y empezar a chupar la nata del embadurnado miembro. La sensación
del sabor a nata, una de sus debilidades junto al chocolate, lamer en esa
postura tan trasgresora para ella y el disfrutar de los gemidos de la china le
estaban excitando al límite, se notaba ya muy húmeda y embriagada de morbo mientras
dejaba limpio de nata el miembro. El postre que había pedido empezaba bien…
Cris y la pelirroja disfrutaban por igual de la escena. Cris estaba
tocando su clítoris, ensimismada ante la sensualidad y belleza de su chica y la
lujuria que mostraba ante el cuerpo de la china. Observando también, la
pelirroja, con el arnés listo para el juego, hacía como si se masturbara el
miembro de látex rosa.
Cris susurró a la pelirroja.
-Quiero que me penetres delante de Nuria, yo te diré cuándo.
Se levantó y se arrodilló al lado de Nuria, las dos se
besaron mezclando el sabor a nata de Nuria y la pornosidad de Cris. Unos besos
descontrolados, jugando con sus lenguas, comiéndose con una pasión que no habían
experimentado nunca. La situación, la cena y las ganas de disfrutar juntas de
su fantasía, estaba haciendo que las dos cruzasen la barrera de sus tabúes y
disfrutaran juntas como nunca.
Cris sacó su lengua de la boca que la tenía presa para ir
lametón a lametón, buscando el cuello y después el lóbulo izquierdo de Nuria.
Nuria gemía con cada lametón. Cris acompañaba sus juegos orales con la
delicadeza y placer del suave jugueteo de sus dedos en los pezones de Nuria,
que lucían impresionantes, unos pezones muy duros y excitados. Nuria aprovechó
entre gemido y gemido, para susurrarle al oído a Cris.
- Amor quiero ver cómo te follan bien.
Cris sonrió picara porque sabía que Nuria se lo pediría, antes
o después.
-Tus deseos son ordenes, pero yo quiero que tú también lo
sientas - contestó Cris.
- ¿Cómo? - sorprendida Nuria.
-Túmbate boca arriba y muéstrame el camino a la lujuria que
tanto me gusta.
Nuria se tumbó, mostrando su sexo, muy húmedo, casi
chorreando, porque la china y después Cris, le habían puesto muy caliente.
Cris se puso encima de Nuria, apoyada en sus rodillas y se
dispuso a empezar a besar el pubis de Nuria. Poco a poco fue usando la lengua
para entrar en su vulva y colarse alrededor del clítoris, con lametones y
juegos de lengua, sintiendo que cada vez se ponía más y más duro, mientras
Nuria gemía en un mar de placer sin límites.
Nuria ensimismada en el placer que Cris le proporcionaba,
estaba volando hacia el primer orgasmo del postre, empezando a convulsionar de
placer.
Cris sintiendo que Nuria iba a alcanzar el clímax del placer,
incrementó el ritmo de sus juegos orales hasta provocar que Nuria experimentase
la mayor de las contracciones orgásmicas. Nuria gemía sin control, gritando de
placer, sin contenerse, empezó a soltar sus jugos en la boca de Cris. Esta,
empapada por el placer de satisfacer a Nuria, quería complacer a su chica y sin
que apenas Nuria se recuperase le dijo a la china, ven quiero tu miembro entre
mi boca y el sexo de Nuria.
La china se deslizó por debajo de Cris, tumbándose boca arriba,
con el miembro del arnés para jugar con la boca de Cris y el sexo de Nuria y con
su boca para empezar a lamer el clítoris de Cris en un sesenta y nueve conjunto.
La china comenzó a lamer el sexo de Cris y esta, en ese 69
con la china, empezó a disfrutar del plátano con nata.
Nuria alargó su mano y cogió un poco de nata del bol y se lo
puso en su sexo, esperando que Cris lo comiese junto al plátano de la china.
Nuria que era la que más disfrutaba de la escena y siendo consciente de la
excitación de Cris, le indicó a la pelirroja que entrase en acción para
penetrar a su chica.
Nuria se aproximó y puso su sexo de nuevo al alcance de la
boca de Cris, que gemía con el juego de la lengua de la china.
Cris, dejó de chupar el miembro de la china, en ese 69, y se
puso a saborear la rica nata del monte de venus de Nuria. Resonaban los gemidos
que la lengua de la china le provocaban, en su sexo.
La pelirroja que contemplaba la escena y estaba ya muy
caliente y con ganas de participar, se puso detrás de Cris. Entró con suavidad
y facilidad en la rajita palpitante de Cris, resbaladiza por la humedad
acumulada en toda la cita sexual. Empezó a penetrar el sexo de Cris, que
emanaba un rio de fluidos, provocando un placer muy intenso en ella, haciéndole
incrementar el ritmo de juego de su lengua dentro del laberinto sexual de
Nuria.
A cada embestida de la pelirroja, seguían gemidos en cascada
de Cris y de Nuria, gemidos de un placer mutuo, intenso y compartido. Gemidos
de lujuria y perversión de compartir el postre, de fusionarse en la locura de
abandonarse al placer carnal sin condiciones.
Cris empezó a convulsionar, las embestidas firmes y
estudiadas de la pelirroja, la cara de placer de su novia Nuria y los gemidos
de todas ellas, le estaban llevando al mejor orgasmo de su vida.
Sin poder y sin querer parar, empezó a explotar de placer.
Nuria contagiada por el alto nivel erótico y sexual, también empezó a
convulsionar al unísono con Cris.
En ese mismo instante, las dos explotaron en un orgasmo
intenso que les estaba llevando a un estado casi de perder la conciencia, nunca
experimentado por ninguna de las dos.
Nuria, sin control alguno empezó a eyacular abundantemente. Un
orgasmo intenso, sucio, salvaje y sin condiciones. Como si se parase el mundo,
como si no existiera nada ni nadie y sólo el placer llenase el universo y aquel
mágico lugar.
De repente, el silencio se hizo dueño de la situación.
La pelirroja, sigilosamente, se retiró hacia atrás, mientras
la china, empapada de fluidos, salió de debajo de Cris.
Quedaron Nuria y Cris sentadas frente a frente en el suelo,
mojadas por el sudor y el líquido que ambas habían compartido.
Se miraron a los ojos y sin pensarlo se besaron
apasionadamente durante unos segundos. Dejaron de besarte y se dijeron un te
quiero, suave y profundo. Le siguieron risas de complicidad mutua.
Nuria se abrazó a Cris y las dos se tumbaron agotadas en el
suelo, felices, relajadas y llenas de amor.
Las velas que adornaban la escena y el silencio, después de
retirarse la china y la pelirroja, fueron testigos de la culminación de una
copiosa y grata cena. El guion de “Smooking Room” estaba servido.
FIN.
Autoras: Petra, Mercedes, Monique y María Malone.
Enhorabuena, muy perverso y excitante.me ha encantado.
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